En la antigua igua filosofía india budista existe un concepto llamado “Samadhi” que se refiere a un nivel concreto de concentración. Según y cómo se aborda, es una noción bastante sencilla de comprender. Cuando leemos un libro, estamos concentrados en leer el libro. Cuando vamos a pescar, nos concentramos únicamente en los movimientos y temblores del hilo de pesca. Cuando fregamos el suelo, no hacemos nada más que fregar el suelo.
En cuanto a la vida cotidiana, cuando emprendemos una acción sencilla, trataremos de concentrarnos completamente en lo que estamos haciendo. También trataremos de sentirnos envueltos y apoyados por toda la energía que despliega el universo. Normalmente, nuestros pensamientos están diseminados por todas partes. Fregamos el suelo pero nos “olvidamos” de lo que estamos haciendo y acabamos pensando en lo que pasó ayer, en los ruidos que hacen los vecinos, o en la deuda con la compañía del gas. En un estado semejante es imposible absorber la energía del universo. El objeto de nuestra concentración no es lo importante, sino la propia acción de concentrarse. Desarrollar esta capacidad de concentración nos ayuda a entrar en el estado de Samadhi. Una vez que lo hemos alcanzado empezaremos a sentir la existencia de “algo más” que nuestra energía personal.
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Yo trato de aplicar esta práctica a mi vida cotidiana. Cuando me levanto por la mañana y me lavo los dientes, trato de concentrarme únicamente en “lavarme los dientes”. Desgraciadamente, siempre me distraigo, entonces intento poner toda la atención en la actividad de cepillar los dientes, pero resulta que me encuentro a mí mismo pensando en cosas como, por ejemplo: “Hoy no puedo dejar de ir al banco… después tengo que hacer una llamada… espero que hoy el metro no vaya muy lleno…” Es muy difícil concentrarse únicamente en lavarse los dientes.
Yoshi Oida, en El actor invisible