ni siquiera las piedras
tenemos una forma
que no sea otra
mañana
y las que fueron
de la piedra
hacia el pájaro
el tiempo es la forma
Susana Villalba en La bestia ser
ni siquiera las piedras
tenemos una forma
que no sea otra
mañana
y las que fueron
de la piedra
hacia el pájaro
el tiempo es la forma
Susana Villalba en La bestia ser
«de ninguna manera me interesa más el hecho real ni la experiencia vivida que la forma en la que se lo cuenta. A mí la forma me desvela, me parece crucial. Me parece que ahí está la clave de la escritura, y no al revés, no en el contenido ni en las características más o menos escabrosas o encandilantes de los hechos. Pero no hablo de la forma en un sentido estetizante sino de la forma en tanto búsqueda, en tanto construcción de una mirada que me permita ver mejor. La forma como una búsqueda estética y ética, un compromiso con la verdad. En Las cosas, no me acuerdo si al principio o al final, Georges Perec pone una cita de Karl Marx que siempre me ha resultado crucial y que, parafraseando, porque no me la acuerdo exactamente, dice algo así como: “La búsqueda de los medios, de la forma, es en sí misma parte de la búsqueda de la verdad”. En ese sentido lo digo.»
Annie Ernaux, entrevistada por María Sonia Cristoff (Revista Eñe, 10/5/19)
La mano debe estar vacía con el fin de no obstaculizar el influjo que le es comunicado. Debe estar lista para el menor impulso como para la mayor violencia. Soporte de efluvios, de influjos. …De una cierta manera semejante al agua, a lo que ella tiene de más fuerte y liviano, de menos perceptible, como son sus pliegues , que siempre fueron tema de estudio en China. Imagen del alejamiento: el agua que no se ata, siempre lista a instantáneamente partir de nuevo, agua que incluso antes de la llegada del budismo, hablaba al corazón del Chino. Agua, vacía de forma.
Henri Michaux, Ideogramas en China
Trece maneras de mirar un mirlo
traducción de Yanina Audisio, tomada de Círculo de poesía
I
Entre veinte montañas de nieve,
La única cosa que se movía
Era el ojo del mirlo.
II
Yo era el de los tres sentires,
Como un árbol
Que contiene tres mirlos.
III
El mirlo giraba en los vientos de otoño.
Una parte pequeña de la comedia.
IV
Un hombre y una mujer
Son uno.
Un hombre y una mujer y un mirlo
Son uno.
V
No sé qué preferir,
La belleza de los acentos
O la belleza de las insinuaciones,
El mirlo silbando
O el instante después.
VI
El hielo ocupó la gran ventana
Con su vidrio bárbaro.
La sombra del mirlo
Lo atravesaba, una y otra vez.
El ánimo
Trazaba en la sombra
Una razón indescifrable.
VII
Oh, pobres hombres de Haddam,
¿Por qué imaginan pájaros dorados?
¿No ven cómo el mirlo
Vaga entre los pies
De sus mujeres?
VIII
Conozco tonos ilustres
Y ritmos lúcidos, ineludibles;
Pero conozco, también,
Que el mirlo pertenece
A lo que conozco.
IX
Cuando el mirlo se apartó de la vista,
Señaló el margen
De uno de los tantos círculos.
X
Ante la imagen de los mirlos
Volando en una luz verde,
Aun las madamas de la armonía
Gritarían agudamente.
XI
Él viajaba por Connecticut
En un coche de vidrio.
Una vez, el miedo lo atravesó,
Por confundir
La sombra de su equipaje
Con los mirlos.
XII
El río se estremece.
El mirlo estará volando.
XIII
Fue de noche toda la tarde.
Nevaba,
Iba a seguir nevando.
El mirlo se posó
En el cedro, en lo más alto.
Thirteen Ways of Looking at a Blackbird
I
Among twenty snowy mountains,
The only moving thing
Was the eye of the blackbird.
II
I was of three minds,
Like a tree
In which there are three blackbirds.
III
The blackbird whirled in the autumn winds.
It was a small part of the pantomime.
IV
A man and a woman
Are one.
A man and a woman and a blackbird
Are one.
V
I do not know which to prefer,
The beauty of inflections
Or the beauty of innuendoes,
The blackbird whistling
Or just after.
VI
Icicles filled the long window
With barbaric glass.
The shadow of the blackbird
Crossed it, to and fro.
The mood
Traced in the shadow
An indecipherable cause.
VII
O thin men of Haddam,
Why do you imagine golden birds?
Do you not see how the blackbird
Walks around the feet
Of the women about you?
VIII
I know noble accents
And lucid, inescapable rhythms;
But I know, too,
That the blackbird is involved
In what I know.
IX
When the blackbird flew out of sight,
It marked the edge
Of one of many circles.
X
At the sight of blackbirds
Flying in a green light,
Even the bawds of euphony
Would cry out sharply.
XI
He rode over Connecticut
In a glass coach.
Once, a fear pierced him,
In that he mistook
The shadow of his equipage
For blackbirds.
XII
The river is moving.
The blackbird must be flying.
XIII
It was evening all afternoon.
It was snowing
And it was going to snow.
The blackbird sat
In the cedar-limbs.
La forma en que los teros lloran para protegerse.
La forma en que el zorro muerto sigue mirando la colina
con ojos brillantes.
La forma en que las hojas caen y después, la larga espera.
La forma en que alguien dice: no volvamos a vernos.
La forma en que el molde se encuentra con la torta,
la forma en que lo amargo avanza sobre la crema.
La forma en que el agua del río fluye, para no volver.
La forma en que los días pasan, para no volver.
La forma en que alguien vuelve, pero solo en un sueño.
Mary Oliver (Ohio, Cleveland, E.E.U.U., 1935)
“Tenía yo unos seis años (todavía no iba a la escuela) y estaba sentado en el cordón de la vereda de mi casa, en mi pueblo natal, después de la lluvia, con los pies en el agua barrosa que corría por la cuneta. De pronto, un pedacito de papel blanco, rasgado o recortado, que contrastaba con el agua oscura, atrapó mi atención, y me deslumbró la belleza del contraste y de la forma. Por supuesto, yo no sabía nada de contrastes, de formas ni de belleza, pero perdí conciencia de mi cuerpo y floté, más allá del espacio y del tiempo, en un éxtasis de contemplación y de gozo, hasta que el papel desapareció de mi vista. Nunca olvidé esa experiencia aunque no tuvo frutos inmediatos. Sin embargo, todavía hoy, después de casi una vida, debo reconocer que lo que busco inconscientemente cuando dibujo, pinto o hago collage, es la repetición de aquella experiencia”.
Hugo Padeletti, en «Poesía y plástica en mi experiencia»
Hugo
«Y encima de todo, como si lo asombroso de abajo fuera poco, yo descubría un nuevo mundo de nubes: esas nubes tan distintas, tan propias, tan olvidadas por los hombres, que todavía se amasan sobre la humedad de las inmensas selvas, ricas en agua como los primeros capítulos del Génesis; nubes hechas como de un mármol desgastado, rectas en su base, y que se dibujaban hasta tremendas alturas, inmóviles, monumentales, con formas que eran las de la materia en que empieza a redondearse la forma de un ánfora a poco de girar el torno del alfarero. Esas nubes, rara vez enlazadas entre sí, estaban detenidas en el espacio, como edificadas en el cielo, semejantes a sí mismas, desde los tiempos inmemoriables en que presidieran la separación de las aguas y el misterio de las primeras confluencias.»
Alejo Carpentier, en Los pasos perdidos