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Diccionario

Lo compré hace años en una librería de viejo, cuyo dueño me previno: «Es un diccionario estúpido. Si le interesa, se lo dejo a buen precio». Lo compré porque era barato y me atrajo la idea de poseer un diccionario estúpido. En mi casa lo abrí y busqué la definición de casa: «Construcción regular, por lo general con techo y ventanas, de distintos materiales y formas, que defiende al ser humano de la intemperie y los peligros exteriores». Me pareció una definición muy sensata. Consulté el diccionario de la Real Academia, que define «casa» escuetamente: «Edificio para habitar». Releí la definición del diccionario estúpido y, en efecto, comparada con el laconismo del drae, era algo desmesurada. ¿Por qué construcción «regular»? ¿Puede ser irregular una construcción? ¿Y por qué reducir la casa a un espacio defensivo? La definición del drae era inmejorable. Nada de regularidad o irregularidad, nada de techos y ventanas, nada de defenderse del exterior. Busqué «jardín» en el diccionario estúpido: «Pedazo de la casa, de diferente forma y tamaño, con plantas y flores, por lo general cercado y para retozo de los que viven en ella». Busqué «jardín» en el drae y leí: «Terreno donde se cultivan plantas con fines ornamentales». Conciso y sin vuelta de hoja, ni siquiera se mencionan las flores. Cerré el diccionario estúpido y lo guardé en el librero. Pecaba de locuaz y fantasioso, pero no era nada estúpido. Ya puestos, es más estúpido un diccionario que al hablar de un jardín no menciona las flores y trae «plantas con fines ornamentales», lo que obligará a más de uno a hacer una nueva consulta, mientras «flores» lo entienden hasta los niños. Pero recurrir a definiciones que de tan lacónicas nos encarcelan a menudo en un círculo de definiciones sin fin, tampoco es una estupidez, porque no es cierto que todos entendemos la palabra «flores», ya que quizá excepto los niños nadie entiende cabalmente ninguna palabra, ni con la ayuda de un diccionario que por abundar en sentido común nos parece estúpido, ni de otro que por carecer por completo de él nos lo parece aún más.

Fabio Morábito, en El idioma materno

ALGUNAS IDEAS SOBRE EL LENGUAJE DE LA
TRANSDISCIPLINARIEDAD
Roberto Juarroz

Esta tarde, desearía hablarles de algunas ideas en relacionadas con el lenguaje y sobre todo con el lenguaje transdisciplinario. Quizá hable un poco a la luz de una afirmación de Emerson que dice que el hombre es solamente la mitad de él mismo, siendo la otra mitad su lenguaje. Es decir, que hablaré a la luz de aquel que ha visto en el lenguaje el elemento esencial, fundamental e inseparable del hombre entero. El lenguaje, se ha dicho, es la morada del hombre, la morada del ser, la morada del conocimiento – cualquiera sea este. Pienso esta tarde en la morada del reencuentro de los conocimientos que está en el centro del pensamiento transdisciplinario. Primero diré que todo cambio de visión (pues pienso que vivimos un cambio de visión) presupone un cambio de lenguaje. No se puede, con las palabras de visiones antiguas, continuar hablando de esta visión inaugural, de esta nueva visión a la cual pretendemos acceder y que pretendemos expresar a partir de la actitud y del lenguaje transdisciplinarios. Aquí desearía presentarles un matiz. Si es verdad que todo cambio de visión es un cambio de lenguaje, a su vez, todo cambio de lenguaje presupone un cambio de visión. No creo que ninguno de nosotros pueda afirmar una cosa por la otra. No se si se da primero un cambio de visión o un cambio de lenguaje. En verdad, pienso que es un cambio de paradigma. Todo cambio de modelo en la ciencia, todo cambio de modelo en la vida cambia el lenguaje y exige un nuevo lenguaje. Wittgenstein ha dicho en sustancia: Los límites de mi lenguaje son los límites de mi mundo y los límites de mi realidad. Es decir, que si se trabaja en los límites del lenguaje, se trabaja para ampliar o hacer retroceder las fronteras de la realidad del mundo. Me pregunto si no se podría decir lo contrario: si los límites de mi mundo no son los límites de mi lenguaje. Pero tengo la esperanza de que trabajando con pasión en los límites del lenguaje (con la vida subyacente) y que expandiendo sus límites, la realidad –siempre parcialmente velada– podría también ampliarse. Creo y debo decirlo que hay ejemplos de lenguaje transdisciplinario, ejemplos que no son nuevos. Creo que el ejemplo más puro, el más importante del lenguaje transdisciplinario en acción (lenguaje transdisciplinario que puede hacernos acceder al lenguaje global que buscamos) es el lenguaje del arte y sobre todo el lenguaje de la poesía. La poesía no puede actuar en los límites del lenguaje, en los límites de la imaginación, en los límites de la realidad. Para la poesía, la realidad es infinita. Esto no quiere decir que la poesía conozca todo. Esto significa, desde esta perspectiva, una actitud ejemplar, una actitud hacia la totalidad, un aprendizaje, un humilde aprendizaje, de la realidad sin fronteras, una disponibilidad sin la cual no hay verdadero lenguaje ni verdadero espíritu hacia la totalidad. Una disponibilidad difícil de obtener y que no se podría definir si se llegara a obtenerla. Finalmente, todo esto en el espíritu fundamental de una verdadera apertura con respecto a las cosas, las diferencias y similitudes, que son la definición misma de la realidad. Rilke ha hablado con belleza de lo Abierto. Pensó que lo Abierto era la clave, no solamente del lenguaje, sino también de la realidad espiritual y del conocimiento. Pienso que si se quiere establecer ciertas condiciones y ciertos principios de esta actitud transdisciplinaria, se debe inevitablemente acceder a la idea de lo Abierto. Creo que la necesidad fundamental es abrir la voluntad (despertar el deseo) de conocer la realidad bajo cualquier ángulo, en cualquier especialidad, cualquier tipo de conocimiento, pero reconociendo todo indicio de verdad en cualquier género de realidad. Debemos tener el coraje de decirlo: el lenguaje de los especialistas (la terminología de las ciencias y de las técnicas), el lenguaje de las ciencias y de las tecnologías son lenguajes auxiliares, necesarios pero auxiliares. Creo y debo decirlo –y me alegro de que uno de ustedes lo haya dicho antes que yo–, que el lenguaje de las matemáticas es un lenguaje auxiliar en comparación con el lenguaje total. El lenguaje transdisciplinario, que se trata de encontrar y sobre el que trabajamos, es el lenguaje globalizante, holístico, como lo ha dicho uno de ustedes. Un lenguaje axial, un lenguaje orientado al centro de todos los otros lenguajes. Un lenguaje que, para crearse, debe necesariamente dejar de lado ciertas cosas. El espíritu de exclusividad, por ejemplo. Otro ejemplo: el espíritu de jerga. También, como lo he dicho hace tres años en París, la primera condición metodológica relativa al lenguaje (sobre todo en lo que concierne a los grandes lenguajes: lenguaje poético, lenguaje transdisciplinario) es la de limpiar el lenguaje. Esto no significa que busquemos un lenguaje puro. No hay lenguaje puro. No hay nada en el hombre de puro ni de completo. Esto significa, una vez más, una nueva actitud. Esto significa una ecología en el sentido más neutro del término, una ecología del espíritu, una ecología del alma, una ecología de la cultura. Estas son las palabras que frecuentemente tenemos miedo de utilizar. Se trata entonces de limpiar nuestro modo de vida y nuestra manera de hablar para alcanzar una verdadera ecología del lenguaje y de la palabra. Octavio Paz ha dicho esto: Cuando una sociedad se corrompe, la primera cosa que se corrompe es el lenguaje. Eso se torna evidente desde que observamos la sociedad, el medio y el contexto en los cuales vivimos. Esto es verdad tanto para la poesía como para la transdisciplinariedad. La contemplación del lenguaje es más necesaria que su análisis. Se trata de comprender que el lenguaje es una cosa viviente, más esencial que todos los demás poderes del mundo. Es necesario evitar la tentación de inventar otro lenguaje de laboratorio. Es necesario comprender que todo verdadero lenguaje está hecho de palabras, de hablas, pero también de silencios. A propósito del lenguaje y de sus niveles superiores, voy a referirles unas palabras de Elie Wiesel cuya belleza debería conmoverlos. Desde mi punto de vista, las referencias religiosas de este texto son secundarias. Cuando el Mesías venga, nos será dado comprender no sólo las letras de la Torah, sino también los blancos que las separan, dice un maestro jasídico. Este es el secreto de toda escritura, el secreto de todo lenguaje y el del lenguaje que buscamos. El secreto, es este: el profano escribe con palabras mientras que el poeta o el creador escribe con el silencio. Elie Wiesel concluye este bello texto como sigue: ¿Cómo se hace para transformar signos en palabras, palabras en hablas, hablas en visión? ¿Cómo se hace para hacer del lenguaje un refugio antes que una prisión, un hotel antes que un cementerio? El poeta lo sabe pero se calla. Queda esperar que él no se calle siempre. Creo que el poema o la creación poética viene a nutrir cierta cosa secreta que espera al hombre en su verdadera creación de sí mismo. Pienso que, al buscar un lenguaje transdisciplinario y globalizante frente a la totalidad y no frente a un segmento que llamaríamos realidad y que no sería sino un fragmento minúsculo, debemos acordarnos de todo eso. Hace algunos años, un célebre filósofo español, Don Ramón Menéndez Pidal, dijo esto: Hay elementos que el diccionario no puede registrar. Dio un ejemplo de ello (y qué formidable ejemplo para el lenguaje que utilizamos todos los días y para ese lenguaje transdisciplinario que buscamos) al decir en substancia: Aún no podemos señalar los valores emocionales de los cambios que las significaciones de las palabras experimentan. De la misma manera, creo que es necesario resistir una de las grandes tentaciones del ser humano que se aventura en la búsqueda del conocimiento: evitar la tentación de la definición cerrada. Es preciso rechazarla. Porque ningún diccionario, ninguna filología, ninguna gramática pueden integralmente dar cuenta de la variedad, la riqueza, la polisemia, la grandeza, la vitalidad de una sola palabra. Me complace recordar esta tarde un fenómeno que observé hace algunos meses, pues nos indica que avanzamos en el verdadero sentido, en el sentido que debemos avanzar. Se trata de un universitario de mi país que tuvo la idea de concluir su obra científica con tres poemas que él mismo había escrito. Otro desafío (o cómo unir antropología y poesía): hace poco recibí de Estados Unidos una obra titulada Antropología poética que también termina con dos o tres poemas. Otra ejemplo inolvidable: el artículo publicado hace tres o cuatro años por Basarab Nicolescu en la revista Phréatique, donde él cita un poema para señalar lo que ese poema es capaz de revelar. Cito estos ejemplos para evocar las posibilidades de unión y encuentro, así como las posibilidades de reconocernos los unos a los otros, a pesar de la falta de reconocimientos, a pesar de los diversos lenguajes disciplinarios, a pesar del temor de los investigadores de acceder a un lenguaje transdisciplinario. A propósito del paradigma del que hablábamos, creo que hay otra cosa difícil de comprender –no solamente para los científicos. Como hay un paradigma científico, hay un paradigma de vida, un paradigma ético, un paradigma estético. Esto es, en cierto modo, el modelo del cual uno puede esperar aquello que la realidad le verifica. Pero, más allá del análisis y de la inteligencia, hay otra función del paradigma, la de la imaginación sin la cual no hay lenguaje. Me acuerdo de un libro inolvidable, Juan de Mairena, del gran poeta español de este siglo, Antonio Machado, en el que una especie de maestro imaginario conversa con sus alumnos que sin duda no son imaginarios. Uno de sus alumnos le pregunta un día: – Maestro, cree usted en los modelos, cree en el paradigma? – Sí, responde el maestro, ¡creo en ellos para olvidarlos! Olvidarlos; esto significa que el trabajo de la imaginación, de la inteligencia y del lenguaje, que ha permitido, ese paradigma es operativo aún cuando ese paradigma fuese reemplazado por otra cosa. Finalmente, no creo en la posibilidad de una verdadero lenguaje transdisciplinario sin una triple ruptura. (Entre paréntesis, ¿con qué lenguaje hay que romper? ¿Qué hay que rechazar para acceder a un nuevo lenguaje? Ningún lenguaje es fácil de adquirir. Al lenguaje transdisciplinario hay que conquistarlo, experimentarlo.) Tres rupturas dije: 1. La ruptura con la escala convencional de lo real, la ruptura con la creencia de que la totalidad de la realidad se limita a la realidad sensible que vemos y percibimos con nuestros sentidos. 2. La ruptura con el lenguaje estereotipado, repetitivo, con ese lenguaje ingenuo por el que limitamos la realidad. Ese lenguaje ordinario, ese lenguaje de comodidad, es poesía fósil, decía Borges en una entrevista poco antes de morir. Las cosas esenciales que la poesía y los hombres visionarios han descubierto a través de los siglos, nosotros las reducimos y las utilizamos exclusivamente de una manera pragmática. 3. La ruptura con el modo esclerosado de vivir, ruptura sin la cual no es lenguaje nuevo ni lenguaje transdisciplinario. No podríamos aspirar al verdadero lenguaje ni trabajar en él si la vida continuara siendo para nosotros una especie de material predefinido y convencional. Hace dos años, durante el Festival Internacional de Poesía en Rotterdam, uno de los más importantes de Europa, descubrí algo de lo cual saqué una enseñanza que ahora voy a compartir con ustedes. Este Festival organiza cada año una programa de traducciones, en varias lenguas, de fragmentos de la obra de un poeta escogido por el jurado. Tuve la sorpresa de ser elegido ese año. Los poetas extranjeros presentes en el Festival fueron encargados de la traducción de algunos de mis poemas en su propia lengua. Una mañana, un indígena Mapuche de Chile se dirigió hacia mí y me dijo: Hay en su poema una palabra que no existe en mi lengua. ¿Qué se hace?. En todas las lenguas, en la más perfecta de las lenguas, falta siempre una palabra, pensé. Además, ocurre que nosotros experimentábamos el sentimiento de que faltan palabras en nuestro propio idioma. La palabra faltante en la lengua del Mapuche, era la palabra “espejo”. Le pregunté, si la palabra “reflejo” existía en su lengua. Sí, respondió, “reflejo” se dice con dos palabras: “el agua después de la lluvia”. Es decir, que existe una especie de encuentro, encantado por la realidad, gracias al cual una lengua descubre la palabra, o las posibilidades de palabras, que le faltan. Este lenguaje está en todas las lenguas. Este primer lenguaje es siempre transdisciplinario. La poesía es siempre transdisciplinaria. El verdadero lenguaje es siempre una lucha contra los mitos y contra la falta de palabras o de hablas que dan cuerpo al silencio que, todos llevamos en nosotros, en lo profundo de nuestro interior, desde el principio. Para dar un ejemplo de ello antes de terminar, me permitiré citarme leyendo un breve poema en relación con la idea de que todo lenguaje está frente al vacío: A veces parece que estamos en el centro de la fiesta, pero en el centro de la fiesta no hay nadie, en el centro de la fiesta hay el vacío, pero en el centro del vacío hay otra fiesta.

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Desbautizar el mundo,
sacrificar el nombre de las cosas
para ganar su presencia.

El mundo es un llamado desnudo,
una voz y no un nombre,
una voz con su propio eco a cuestas.

Y la palabra del hombre es una parte de esa voz,
no una señal con el dedo,
ni un rótulo de archivo,
ni un perfil de diccionario,
ni una cédula de identidad sonora,
ni un banderín indicativo
de la topografía del abismo.

El oficio de la palabra,
más allá de la pequeña miseria
y la pequeña ternura de designar esto o aquello,
es un acto de amor: crear presencia.

El oficio de la palabra
es la posibilidad de que el mundo diga al mundo,
la posibilidad de que el mundo diga al hombre.

La palabra: ese cuerpo hacia todo.
La palabra: esos ojos abiertos.

amor.
(Del lat. amor, -ōris).
1. m. Sentimiento intenso del ser humano que, partiendo de su propia insuficiencia, necesita y busca el encuentro y unión con otro ser.
2. m. Sentimiento hacia otra persona que naturalmente nos atrae y que, procurando reciprocidad en el deseo de unión, nos completa, alegra y da energía para convivir, comunicarnos y crear.
3. m. Sentimiento de afecto, inclinación y entrega a alguien o algo.
4. m. Tendencia a la unión sexual.
5. m. Blandura, suavidad. Cuidar el jardín con amor
6. m. Persona amada. U. t. en pl. con el mismo significado que en sing. Para llevarle un don a sus amores
7. m. Esmero con que se trabaja una obra deleitándose en ella.
8. m. p. us. Apetito sexual de los animales.
9. m. ant. Voluntad, consentimiento.
10. m. ant. Convenio o ajuste.
11. m. pl. Relaciones amorosas.
12. m. pl. Objeto de cariño especial para alguien.
13. m. pl. Expresiones de amor, caricias, requiebros.
14. m. pl. cadillo (‖ planta umbelífera).
~ al uso.
1. m. Arbolito de la familia de las Malváceas, parecido al abelmosco, de ramos cubiertos de borra fina, hojas acorazonadas, angulosas y con cinco lóbulos, pedúnculos casi tan largos como la hoja, y flor cuya corola es blanca por la mañana, algo encarnada al mediodía y rosada por la tarde. Se cría en la isla de Cuba y se cultiva en los jardines de Europa.
~ de hortelano.
1. m. Planta anual de la familia de las Rubiáceas, parecida al galio, de tallo ramoso, velludo en los nudos y con aguijones echados hacia atrás en los ángulos, verticilos de ocho hojas lineales, lanceoladas y ásperas en la margen, y fruto globoso lleno de cerditas ganchosas en su ápice.
2. m. almorejo.
3. m. lampazo (‖ planta compuesta).
~ libre.
1. m. Relaciones sexuales no reguladas.
~ platónico.
1. m. amor idealizado y sin relación sexual.
~ propio.
1. m. El que alguien se profesa a sí mismo, y especialmente a su prestigio.
2. m. Afán de mejorar la propia actuación.
~ seco.
1. m. Nombre que designa diversas especies de plantas herbáceas cuyos frutos espinosos se adhieren al pelo, a la ropa, etc.
~es secos.
1. m. pl. Am. Mer. y Filip. amor seco.
al ~ del agua.
1. loc. adv. De modo que se vaya con la corriente, navegando o nadando.
2. loc. adv. Contemporizando, dejando correr las cosas que debieran reprobarse.
al ~ de la lumbre, o del fuego.
1. locs. advs. Cerca de ella, o de él, de modo que calienten y no quemen.
a su ~.
1. loc. adv. p. us. holgadamente.
con mil ~es.
1. loc. adv. coloq. de mil amores.

Un texto que al ser leído o escuchado provoca al instante la necesidad imperiosa de escribir…

Es un texto madre?

(Del lat. mater, -tris).
1. f. Hembra que ha parido.
2. f. Hembra respecto de su hijo o hijos.
3. f. Título que se da a ciertas religiosas.
4. f. En los hospitales y casas de recogimiento, mujer a cuyo cargo está el gobierno en todo o en parte.
5. f. Matriz en que se desarrolla el feto.
6. f. Causa, raíz u origen de donde proviene algo.
7. f. Aquello en que figuradamente concurren algunas circunstancias propias de la maternidad. Sevilla es madre de forasteros. La madre patria.
8. f. Cauce por donde ordinariamente corren las aguas de un río o arroyo.
9. f. Acequia principal de la que parten o donde desaguan las hijuelas (‖ canales que conducen el agua desde una acequia).
10. f. Alcantarilla o cloaca maestra.
11. f. Heces del mosto, vino o vinagre, que se sientan en el fondo de la cuba, tinaja, etc.
12. f. Madero principal donde tienen su fundamento, sujeción o apoyo otras partes de ciertas armazones, máquinas, etc., y también cuando hace oficio de eje. Madre del cabrestante, del timón, del tajamar.
13. f. coloq. Mujer anciana del pueblo.
14. f. Mar. Cuartón grueso de madera que va desde el alcázar al castillo por cada banda de crujía.
~ de clavo.
1. f. madreclavo.
~ de familia, o ~ de familias.
1. f. Mujer casada o viuda, cabeza de su casa.
~ de leche.
1. f. ama (‖ mujer que cría una criatura ajena).
~ de niños.
1. f. Med. Enfermedad semejante a la alferecía o a la gota coral.
~ política.
1. f. suegra (‖ madre del marido respecto de la mujer, o de la mujer respecto del marido).
2. f. p. us. madrastra (‖ mujer del padre).
a toda ~.
1. loc. adj. vulg. Méx. estupendo. U. t. c. loc. adv.
buscar alguien la ~ gallega.
1. loc. verb. coloq. irse con su madre gallega.
darle a alguien en la, en toda la, o en la mera, ~.
1. locs. verbs. coloqs. malsons. El Salv. y Méx. Golpearlo.
de ~.
1. loc. adj. coloq. Cuba. Muy grande.
2. loc. adj. coloq. Cuba. Muy malo.
3. loc. adj. coloq. Cuba. Dicho de una persona: inaguantable.
estar alguien hasta la ~.
1. loc. verb. coloq. malson. Méx. Estar harto.
hasta la ~ de los tomates.
1. expr. Cuba U. para destacar la presencia o participación en algo de más personas de las previstas.
importar a alguien ~ algo.
1. loc. verb. coloq. malson. Méx. No importarle.
irse con su ~ de Dios.
1. loc. verb. coloq. irse mucho con Dios.
irse con su ~ gallega.
1. loc. verb. coloq. Buscar la fortuna o ganarse la vida.
la ~ que te, lo, os, etc., parió.
1. exprs. vulgs. U. para expresar gran enfado súbito con alguien.
mentar la ~ a alguien.
1. loc. verb. coloq. Decir, para injuriarle gravemente, insultos contra su madre.
mi, o su, ~.
1. exprs. coloqs. Denotan admiración, sorpresa, etc.
ni ~.
1. expr. coloq. malson. Méx. nada (‖ ninguna cosa).
no creer alguien ni en la ~ de los tomates.
1. loc. verb. coloq. Cuba. Ser severo, riguroso e intransigente.
no tener alguien ~, o ni ~.
1. locs. verbs. coloqs. malsons. Cuba y Méx. Ser un sinvergüenza u observar conducta censurable.
partirse alguien la ~.
1. loc. verb. coloq. malson. Méx. Darse un golpe muy fuerte.
qué poca ~.
1. loc. interj. coloq. malson. Méx. U. para expresar enojo o disgusto por una acción de alguien.
saber a la ~.
1. loc. verb. coloq. saber a la pega.
sacar de ~ a alguien.
1. loc. verb. coloq. Molestarlo mucho, hacerle perder la paciencia.
salir, o salirse, de ~ en algo.
1. locs. verbs. Exceder extraordinariamente de lo acostumbrado o regular.
salir, o salirse, de ~ un río o un arroyo.
1. locs. verbs. desbordarse (‖ salir de los bordes).
ser algo la ~ del cordero.
1. loc. verb. coloq. U. para indicar que es la razón real de un hecho o suceso.

Es una piedra ciega?  de toque? filosofal? franca? fundamental? filosofal? litográfica?

piedra.
(Del lat. petra).
1. f. Sustancia mineral, más o menos dura y compacta, que no es terrosa ni de aspecto metálico.
2. f. Trozo de roca tallado para la construcción.
3. f. piedra labrada con alguna inscripción o figura. Se hallan escrituras, piedras y otros vestigios que aseguran esta verdad
4. f. cálculo (‖ concreción anormal en la vejiga).
5. f. Granizo grueso.
6. f. En ciertos juegos, tanto con que se señalan los puntos ganados.
7. f. Aleación de hierro y cerio que, moldeada en trozos pequeños, se emplea en los encendedores de bolsillo para producir la chispa.
8. f. Muela de molino.
9. f. Lugar o sitio donde se dejaban los niños expósitos.
10. f. Pedernal que se aseguraba en el pie de gato de las armas de chispa para que al disparar chocase con el rastrillo y diese fuego.
~ afiladera, o ~ aguzadera.
1. f. asperón1.
~ alumbre.
1. f. alumbre.
~ amoladera.
1. f. asperón1.
~ angular.
1. f. La que en los edificios hace esquina, juntando y sosteniendo dos paredes.
2. f. Base o fundamento principal de algo.
~ azufre.
1. f. azufre.
~ bezar.
1. f. bezoar.
~ bornera.
1. f. piedra negra de la que en algunas partes se hacen muelas de molino.
~ calaminar.
1. f. calamina (‖ carbonato de cinc).
~ ciega.
1. f. La preciosa que no tiene transparencia.
~ de afilar, o ~ de amolar.
1. f. asperón1.
~ de cal.
1. f. caliza.
~ de chispa.
1. f. pedernal.
~ de escándalo.
1. f. Origen o motivo de escándalo.
~ de escopeta, o ~ de fusil.
1. f. pedernal.
~ del águila.
1. f. etites.
~ de la ijada.
1. f. Nombre que los conquistadores de América dieron al jade.
~ de la Luna, o ~ de las Amazonas.
1. f. labradorita.
~ del escándalo.
1. f. piedra de escándalo.
~ del Labrador, o ~ del Sol.
1. f. labradorita.
~ de lumbre.
1. f. pedernal.
~ de Moca.
1. f. Calcedonia con dendritas.
~ de moler.
1. f. Am. La de buen tamaño, con una cara cóncava o plana sobre la cual una persona desliza otra piedra llamada mano, para triturar diversos tipos de granos.
~ de pipas.
1. f. espuma de mar.
~ de rayo.
1. f. Hacha de piedra pulimentada, que cree el vulgo proceder de la caída de un rayo.
~ de toque.
1. f. Jaspe granoso, generalmente negro, que emplean los plateros para toque.
2. f. Aquello que conduce al conocimiento de la bondad o malicia de algo.
~ divina.
1. f. Med. Mezcla de alumbre, vitriolo azul, nitro y alcanfor, que se usa como colirio.
~ dura.
1. f. piedra de naturaleza del pedernal, como la calcedonia, el ópalo y otras.
~ falsa.
1. f. La natural o artificial que imita las preciosas.
~ filosofal.
1. f. Materia con que los alquimistas pretendían hacer oro artificialmente.
~ fina.
1. f. piedra preciosa.
~ franca.
1. f. La que es fácil de labrar.
~ fundamental.
1. f. La primera que se pone en los edificios.
2. f. Origen y principio de donde dimana algo, o que le sirve como de base y fundamento.
~ imán.
1. f. imán (‖ mineral).
~ infernal.
1. f. Nitrato de plata empleado en cirugía para quemar y destruir carnosidades.
~ inga.
1. f. pirita.
~ jabaluna.
1. f. And. piedra caliza de color oscuro, como el del jabalí, cuando está mojada.
~ jaspe.
1. f. jaspe.
~ judaica.
1. f. judaica.
~ lipes, o ~ lipis.
1. f. vitriolo azul.
~ litográfica.
1. f. Mármol algo arcilloso, de grano fino, en cuya superficie alisada se dibuja o graba lo que se quiere estampar.
~ loca.
1. f. espuma de mar.
~ mármol.
1. f. mármol.
~ melodreña.
1. f. asperón1.
~ meteórica.
1. f. aerolito.
~ molar.
1. f. Arenisca de cemento silíceo, muy tenaz y resistente, de la cual se fabrican las muelas de molino.
~ nefrítica.
1. (Porque con ella se hacían antiguamente amuletos para curar el mal de riñones). f. jade.
~ ollar.
1. f. Variedad de serpentina compuesta principalmente de talco y clorita, de la cual se tallan vasijas en algunos países.
~ oniquina.
1. f. ónique.
~ oscilante.
1. f. La de gran tamaño y forma comúnmente redondeada que con facilidad se mueve, por estar en equilibrio sobre otra.
~ palmeada.
1. f. La que en su fractura presenta estrías parecidas a hojas de palma.
~ pómez.
1. f. piedra volcánica, esponjosa, frágil, de color agrisado y textura fibrosa, que raya el vidrio y el acero y es muy usada para desgastar y pulir.
~ preciosa.
1. f. La que es fina, dura, rara y por lo común transparente, o al menos translúcida, y que tallada se emplea en adornos de lujo.
~ rodada.
1. f. canto rodado.
~ seca.
1. f. La que se emplea en la mampostería en seco.
~ viva.
1. f. peña viva.
~ voladora.
1. f. Rueda de piedra, sujeta por un eje horizontal que gira con movimientos de rotación y traslación alrededor del árbol del alfarje en los molinos de aceite. Algunos alfarjes tienen dos o tres de diferente tamaño y colocadas en escala gradual para que puedan producir los efectos del rulo.
ablandar las ~s un caso lastimoso.
1. loc. verb. Excitar gran compasión.
a ~ y lodo.
1. loc. adj. Dicho de una puerta, de una ventana, etc.: Completamente cerrada.
bien está la ~ en el agujero.
1. expr. coloq. U. para advertir que las personas o las cosas no se deben sacar del lugar que les corresponde.
de ~.
1. loc. adj. coloq. Atónito, paralizado por la sorpresa. Se quedó de piedra al conocer la fecha de la boda
echar a, o en, la ~.
1. locs. verbs. Dejar a los hijos en una casa de expósitos, también llamada de la piedra, por la que había en una concavidad para que los dejaran allí.
echar la primera ~.
1. loc. verb. poner la primera piedra.
échese una ~ en la manga.
1. expr. U. para reconvenir a alguien por haber caído en la misma culpa que reprende.
hablar las ~s.
1. loc. verb. hablar las paredes.
2. loc. verb. Producirse consecuencias extraordinarias o escandalosas, desmesuradas, etc.
hallar alguien la ~ filosofal.
1. loc. verb. Hallar modo oculto de hacer caudal o de ser rico.
hasta las ~s.
1. loc. sust. Todos sin excepción.
levantarse las ~s contra alguien.
1. loc. verb. U. para ponderar las muchas desgracias que acaecen a alguien, o con que se denota su mala reputación.
menos da una ~.
1. expr. coloq. U. para aconsejar a alguien que se conforme con lo que pueda obtener, aunque sea muy poco.
no dejar alguien ~ por mover.
1. loc. verb. Poner todas las diligencias y medios para conseguir un fin.
no dejar ~ sobre ~.
1. loc. verb. Quedar en completa destrucción y ruina un edificio, ciudad o fortaleza.
no quedarle a alguien ~ por mover.
1. loc. verb. no dejar piedra por mover.
no quedar ~ sobre ~.
1. loc. verb. no dejar piedra sobre piedra.
poner la primera ~.
1. loc. verb. Ejecutar la ceremonia de asentar la piedra fundamental en un edificio notable que se quiere construir.
2. loc. verb. coloq. Dar principio a una pretensión o negocio.
señalar con ~ blanca.
1. (Porque los antiguos señalaban los días afortunados con una piedra blanca). loc. verb. Celebrar con aplauso y regocijo el día feliz y dichoso.
señalar con ~ negra.
1. (Porque los antiguos señalaban los días desgraciados con una piedra negra). loc. verb. Lamentar y llorar el día aciago y desdichado.
ser la ~ del escándalo alguien o algo.
1. loc. verb. Ser el motivo u origen de una disensión, cuestión o pendencia, y, en consecuencia, ser el blanco de la indignación y ojeriza de todos.
tener alguien su ~ en el rollo.
1. loc. verb. Ser persona de distinción en el pueblo y corresponderle lugar en las cosas de atención y honra.
tirar alguien la ~ y esconder la mano.
1. loc. verb. Hacer daño a otra persona, ocultando que se lo hace.
tirar alguien piedras.
1. loc. verb. coloq. Estar loco o muy irritado.
tirar alguien piedras a su tejado.
1. loc. verb. coloq. Conducirse de manera perjudicial a sus intereses.

Un rizoma?

rizoma.
(Del gr. ῥίζωμα, raíz).
1. m. Bot. Tallo horizontal y subterráneo, como el del lirio común.

Sólo un invitador?

invitador, ra.
(Del lat. invitātor, -ōris).
1. adj. Que invita. U. t. c. s.

Disparador?

disparador, ra.
1. adj. Méx. Dicho de una persona: generosa (‖ dadivosa). U. t. c. s.
2. m. y f. Persona que dispara.
3. m. Pieza donde se sujeta la llave de las armas portátiles de fuego, al montarlas, y que, movida a su tiempo, sirve para dispararlas.
4. m. Pieza que sirve para hacer funcionar el obturador automático de una cámara fotográfica.
5. m. Escape de un reloj.
6. m. Nuez de la ballesta.
7. m. Mar. Aparato que sirve para desprender el ancla de la serviola en el momento de dar fondo.

Un generador?

generador, ra.
(Del lat. generātor, -ōris).
1. adj. Que genera. U. t. c. s.
2. adj. Geom. Dicho de una línea o de una figura: Que por su movimiento engendra, respectivamente, una figura o un sólido geométrico.
3. m. En las máquinas, parte que produce la fuerza o energía, como en las de vapor, la caldera, y en la electricidad, una dinamo.

Inspirador?

inspirar.
(Del lat. inspirāre).
1. tr. Atraer el aire exterior a los pulmones. U. t. c. intr.
2. tr. Infundir o hacer nacer en el ánimo o la mente afectos, ideas, designios, etc.
3. tr. Sugerir ideas o temas para la composición de la obra literaria o artística.
4. tr. Dar instrucciones a quienes dirigen o redactan publicaciones periódicas.
5. tr. Dicho de Dios: Iluminar el entendimiento de alguien y mover su voluntad.
6. prnl. Enardecerse y avivarse el genio del orador, del literato o del artista con el recuerdo o la presencia de alguien o algo, o con el estudio de obras ajenas.

Percutor?

percutor.
(Del fr. percuteur).
1. m. Pieza que golpea en cualquier máquina, y especialmente el martillo o la aguja con que se hace detonar el cebo del cartucho en las armas.

Un llamamiento?

llamamiento.
1. m. Acción de llamar.
2. m. Vocación despertada por un sentimiento religioso.
3. m. Acción de atraer algún líquido orgánico de una parte del cuerpo a otra.
4. m. Der. Designación legítima de personas o estirpe para una sucesión, una liberalidad testamentaria o un cargo, como el de patrono, tutor, etc.

Texto profeta?

profeta.
(Del lat. prophēta, y este del gr. προφήτης).
1. m. Poseedor del don de profecía.
2. m. Hombre que por señales o cálculos hechos previamente, conjetura y predice acontecimientos futuros.
3. m. Hombre que habla en nombre y por inspiración de Dios.

Padre?

(Del lat. pater, -tris).
1. m. Varón o macho que ha engendrado.
2. m. Varón o macho, respecto de sus hijos.
3. m. Macho en el ganado destinado a la procreación.
4. m. Cabeza de una descendencia, familia o pueblo.
5. m. U. para referirse a ciertos religiosos y a los sacerdotes.
6. m. Origen, principio.
7. m. Autor de una obra de ingenio, inventor de otra cosa cualquiera.
8. m. Rel. Primera persona de la Santísima Trinidad.
ORTOGR. Escr. con may. inicial.
9. m. pl. El padre y la madre.
10. m. pl. antepasados.
11. adj. coloq. Muy grande. Se armó un escándalo padre.
12. adj. coloq. Méx. estupendo.
Beatísimo Padre.
1. m. Tratamiento que se da al Papa.

Ruego?

ruego.
1. m. Súplica, petición hecha a alguien con el fin de alcanzar lo que se le pide.

O el que te saca a bailar?