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Orden

Vida es detenerse en una colina y ya mirar la próxima, para saltar a ella, sin ver los riesgos que corremos. Vivimos dentro de un orden impuesto y miramos con el rabillo del ojo al caos que se asoma más allá. ¿Para qué? Para sentir cómo nuestra vida vence al caos. No hacerlo así es estar muerto. El barrendero ve la calle sucia y procede a imponer el orden limpiándola. Los bohemios se ven fascinados por el caos que se les asoma a cada instante en la esquina de su casa. El ama de casa corre los muebles cada tanto, para cubrir el caos que se le asoma en los rincones. Son formas menores, aunque profundas de poner el pie en la huella del diablo.

Rodolfo Kusch

NO ES PARA HABLAR DE MÍ QUE ESCRIBO
de la glicina: cayó
su lluvia ligera
azul–
violácea–
celeste.

No es para hablar de la glicina
que la comparo con una lluvia
y adjetivo esa lluvia.

Es para detener este momento nocturno:
la casa en calma
y los pensamientos que ennoblecidos velan
por un ordenamiento
que lo abarque todo.