Ella…
Ella estaba enamorada de sí misma…
Oh, los espejos…
Oh, la embriaguez de plata
de ella
en el aire de los zarcillos…
Luego fue de los velos…
Las nubes del otoño
sólo,
sólo, ay, para una novia…
Los velos…
Y fue más tarde de las hojas…
pero de las hojas como joyas
del viento…
Las hojas…
Y con el tiempo fue del río…
mas lo mismo que un ala,
a veces invisible,
sí…
o una ramilla, al ras, midiendo
la danza…
Un ala y una ramilla
únicamente… ay,
del río…
El río…
Después, después, las cosas
con su perfume
séptimo…
Y ella, las cosas mismas
buscándose,
para la comunión?
para la adoración?
Y ella, las almas mismas
también,
buscándose las manos
en los laberintos,
tras de todas las rejas,
a través de todos los órdenes…
a través de todos
los mundos…
Las cosas y las almas…
Y al fin, ay, al fin…
el grito hacia el mar
o la noche…
El grito de la niña,
o de algo
que ya no se veía,
sobre el último
hilo…
En la ribera, es cierto,
sólo un hilo
llamando?
La pregunta a las estrellas
perdida, es cierto,
en el jamás?
Pero por qué, por qué,
a la vez,
menos que una vibración,
menos,
ella,
en la corriente de las profundidades
hacia la edad
verde…
sube, sube de repente, sube…
sin nombre,
desde todas las presiones?
Y por qué, por qué,
de repente en la luz,
quemada por un ángel,
por qué
sale de la luz, ella, corriendo…
corriendo
a los caminos de la sed,
con el vaso de agua en las manos,
y descalza,
por qué?…
En De las raíces y del cielo.